La verdad sobre ser una z***a
Publicado: 23/08/2013 07:11
Yo soy una z***a. Una z***a muy z***. Eso dice un
montón de gente. La gente que lee mi blog y no está de acuerdo con su premisa.
Gente a la que no le gusto. Mujeres que piensan que el sexo es asqueroso.
Chicos que buscan una chica que puedan presentar a sus madres y piensan que
como yo hablo abiertamente sobre sexo, no me gustan las cenas familiares o las
madres.
Hay muchas razones por las que piensan eso. Me he
acostado con un par de chicos. Más de 10. Más de 20. ¿Quieres seguir
adivinando? He escrito mucho sobre mi vida sexual. He compartido historias
personales porque pensaba, y pienso, no solo que escribo bien, sino que era una
buena historia. Una que todavía creo que tendrá un final feliz en algún momento
de todo este drama de emails de odio que incluye una nota en el parabrisas del
coche de mi madre que decía: "Espero que estés orgullosa de la p**a que
has criado".
Hace poco empecé a ver la serie de
Aaron Sorkin The Newsroom. Al principio no me
gustaba el personaje de Sloan Sabbith. Esa presentadora economista
excepcionalmente atractiva, increíblemente inteligente, siempre armada con una
respuesta inmediata ingeniosa.
Ví el episodio del domingo pasado [ATENCIÓN, SPOILER]. Hubo dos momentos que me
atraparon. Maggie pregunta sobre Sandra
Fluke: "¿Qué hay de malo con las p**as?"
El segundo momento fue la difícil situación de Sabbith. Sale con un chico. Él
le hace fotos, con el consentimiento de ella, y luego ella rompe la relación.
Él sube las fotos a una página web. Todo el mundo ve el cuerpo de Sabbith. Su
trabajo está en riesgo. Toda la gente lo sabe. Ella se sienta en una habitación
oscura, llorando en silencio y dice: "Me quiero morir".
Nunca pensé que le daría las gracias a Aaron
Sorkin. Por yo qué sé, cualquier cosa. Pero en voz baja se las di.
Más tarde, en el mismo episodio, Sabbith se
enfrenta al ex que filtró las imágenes mientras este está en una reunión. Le da
una patada en los huevos, le pega un puñetazo en la boca, y le hace una foto a
su nariz ensangrentada.
La z***a cachonda gana. Y eso, amigo mío, es magia.
Porque la z***a p**a nunca gana, ya ves. Las chicas de las que se publican
fotos nunca ganan. Pierden sus trabajos, pierden su reputación. Se sienten
humilladas, avergonzadas. De sus cuerpos. Piden disculpas por ser sexuales en
su vida privada. Por las cosas que hacemos en la privacidad de nuestros
dormitorios que ninguno hacemos ni deberíamos hacer pero que parece que sí
porque, hey, hay 9.000 millones de personas en este planeta y de alguna forma
han llegado hasta aquí. Sabbith se sienta en un cuarto oscuro y dice: "Me
quiero morir". Porque le dejó a su novio hacer fotos, y él las publicó.
Fotos no de ella matando cachorros, o maltratando a niños o violando a
ancianos. Fotos de sí misma. Su cuerpo. Las cosas que hay bajo su ropa. Las
partes del cuerpo que al parecer son más ofensivas que los dedos de sus pies.
Luego vino Maggie. Maggie dijo todo lo que he
estado diciendo durante años. "¿Qué tiene de malo ser una p**a?"
A todas nos da miedo esta etiqueta. Y lo irónico es
que la mayoría de nosotras (y tal vez esté equivocada, pero estoy bastante
segura de que no) hacemos esas cosas de z***a cachonda. Hacemos fotos. Enviamos
mensajes calientes por el móvil. Dormimos con nuestros novios. Maridos. Tenemos
sexo. Nos desnudamos. Tenemos vaginas. Las usamos. Algunas de nosotras, a
veces, incluso disfrutamos de su uso. Tenemos un cuerpo, senos, nalgas. De los
que evidentemente todas deberíamos estar avergonzadas. Porque somos las únicas
que lo hacemos. ¿Me escucháis, todas las mujeres del planeta? Sois las únicas
que hacéis lo que estáis haciendo con ese chico (o chica, o peor aún, con los
dos). Y es tan, tan increíblemente doloroso y malo y vergonzoso. ¿Qué? ¿Quieres
saber por qué? Oh. Porque... ¿z***a?
El otro día me llamaron z***a en internet, por la
billonésima vez. Por un artículo que escribí sobre el oficio de ser barman,
nada menos. Como si fuese también un insulto. Yo no soy una ganadora del
Pulitzer. ¿Pero sabes lo que soy? Una buena persona. ¿Meto la pata? Claro.
¿Cometo errores? Por supuesto. ¿Grandes? A veces. ¿He hecho cosas de las que me
arrepiento? Sí. ¿He hecho cosas de las que no me arrepiento, pero que otras
personas consideran que debería hacerlo? Sí. Soy un ser humano. Con pechos. Y
una vagina. Y el uso que les dé no es lo que me hace ser buena, o mala. Una vez
escribí que si una mujer descubriese la cura para el SIDA, pero al día siguiente
saliesen fotos de ella desnuda con un vibrador, ESA es la historia que saldría
en las noticias. Porque es evidente, los dildos hacen daño a la gente. (Inserte
broma aquí). Porque es evidente, las mujeres que tienen relaciones sexuales
hacen daño a las personas. ¿Una mujer haciendo fotos de esas cosas acojonantes
bajo su ropa? A ver, no voy a decir que sea igual de horrible que niños con
cáncer, pero... sí.
Agradecí en silencio a Aaron Sorkin no porque
abriese un debate sobre el sexismo y las mujeres y los dobles raseros. Esa
doble moral increíblemente frustrante seguirá existiendo para el resto de mi
vida y mucho tiempo después. Lamento romper su corazón, señoras. Agradecí a
Sorkin por dar a la z***a cachonda "abierta" el final feliz. Por
recordarle al mundo que una p**a cachonda a la que le pillan haciendo las cosas
(que todos hacen) que nadie se atrevería a hacer, sigue siendo una buena
persona. Que incluso con internet y blogs de cotilleos y dobles raseros, las z***as
todavía pueden ganar. Y tener su momento para darle una patada en los huevos al
chico y hacer que se sienta tan mal por el simple hecho de tener pene, como se
sienten muchas mujeres por tener vagina cuando una fotografía privada se
publica en internet.
Me niego a pedir disculpas por ser una z***a y
escribir sobre ello si consigo que una chica en este país no se siente en un
cuarto oscuro y diga "quiero morir" mientras la gente le llama p**a.
Para recordarle a todo el mundo que las z***as hacen buenas cosas. Hacen
deporte y ganan premios y ayudan a los enfermos. Ganan elecciones y juicios.
Quieren a sus familias. Son buenas amigas que trabajan como voluntarios en
refugios de animales y envían paquetes a los soldados en el extranjero. Le dan
al indigente del que todo el mundo pasa diez dólares. Y no lo hacen para que
les perdonen ser unas p**as cachondas. Lo hacen porque son buenas personas.
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