AMIGAS I, poema de María Bastarós
A veces sueño
con la amiga feminista definitiva
La conoceré en una rave
se me acercará
sigilosa
con oscilantes pasos de Doctor Martens
y un trozo de pastilla en la mano
Y me dirá:
-Toma tía
un cuartito pa ti sola
como la Virginia Woolf
Otro equipo elija entre estos tres poemas de diferentes autoras:
SHIRLEY CAMPBELL – DESDE EL PRINCIPIO
Rupi Kaur, poeta de la IndiaPrimero se nace
y se nace mujer
y se tienen manos
y se tiene menos
se tienen ojos y se tienen hijos
se tienen besos
y se tienen sueños.
Dije que se nace
y se nace mujer
se tiene sexo de mujer
manos de mujer
palabras de mujer
se nace mujer.
Luego una crece
y sigue siendo mujer
y aprende a vivir
como una mujer
amar
como una mujer
cuidar del mundo entero
como toda una mujer
soñar los sueños
con sueños de mujer.
Y mientras una sigue creciendo
se hace cada vez
más mujer
y aprende de libertad
de castillos con reyes
de finales felices
se aprende amar
como una mujer.
Pero de pronto una descubre
que las manos las tiene vacías.
Y entonces un día
una no quiere ser más
una mujer
porque serlo
no es siempre tan bueno
ni tan dulce.Porque serlo
es a veces amargo
y duro
entonces una se subleva
se ve el cuerpo
y las manos
se ve el sexo
se descubre toda
como una mujer.
Entonces niega y reniega
maldice y discute entonces
se subleva y denuncia
y entonces no
no renuncia a ser.
Sólo piensa, decide, habla
y le avisa a todos
que a partir de ahora
será
una mujer
al parecer no es elegante por mi parte
mencionar el periodo en público
porque el origen verdadero de la biología
de mi cuerpo es tan real
esta bien vender lo que hay
entre las piernas de una mujer
mucho más que
mencionar su íntimo funcionamiento
el propósito festivo de
este cuerpo se considera
hermoso mientras
su naturaleza
se considera fea
Otro poema de Rupi Kaur
“Las otras”
Las mujeres de mi familia,
familia de mi padre,
siempre son “las otras”;
no tienen nombre propio
cuando son evocadas
por sus mal llamados
amantes.
Todas Josefinas,
llorando manchas violeta
ocultas en el cuello.
Todas Josefinas
esperando,
que Benito
deje a su mujer,
deje de beber,
deje de vivir.
Por el lado “de la Luz”
mis raíces son mujeres
adornadas de “des”
mujeres desesperadas,
despechadas, desgraciadas.
Pero nunca, nunca
nunca des-enamoradas.
Escribo
para sanarme, para sanarlas,
para ser algo más que víctimas,
alguien más que “algo”
mucho más que “otras”.
Para desarraigar la competencia
con la que nos adoctrinaron.
Escribo para aprender que
amamos mucho y a muchos,
y no es motivo de vergüenza.
Que deseamos a muchos,
los deseamos mucho.
Y eso nunca nunca debe doler.
Porque vengo de una familia
de mujeres que se sienten obligadas
a reírse de los chistes ofensivos
de sus maridos ebrios.
De mujeres encerradas y silenciosas;
escribo para enseñarles a gritar,
para arrancarles del alma
el “tú te callas”.
Escribo por mi abuela Josefina,
para que reencarne en bailarina.
Por mi tía, para que no vuelva a llorar,
para que no le duelan los huesos.
Para que mi abuela, María, deje
a mi abuelo, muchas veces más.
Y tenga novios,
muchos, muchas veces más,
que siga escribiendo poesía
y ya no tenga miedo
de mostrar sus pechos.
Grito por las rodillas sangrantes
de mi bisabuela Emilia,
haciendo mandas a la virgen
para que reencarne
en el mar de Guerrero
y tire los altares de un tsunami.
En mis pies enredo sus raíces
y en mis manos sus nubes
para que Ale no vuelva a Morelos
y Gabriela se canse de Noé,
para que el dolor se vaya
con la facilidad con que
nuestros padres se fueron.
Para no volver a ver
mi cuerpo de 11 años
tirado en la cocina
pidiendo perdón.
Por no darle de comer
a mi abuelo de nuevo
con sus ojos lascivia.
Y para no defender la pureza
de falsos profetas consanguíneos
que me apretaron el pecho
hasta romperme.
Para que ningún malnacido
vuelva a restregar su cuerpo
en las piernas de mi prima
cuando vuelve de la escuela.
Y romper el maldito
maldito círculo vicioso
de los “secretos de familia”
manchados de pedofilia,
incesto, golpes y sangre.
Para que todas
podamos ser nombradas.
Para que no deje
de retumbarnos
en la cabeza
hasta que gritemos.
Alzo la voz para no negarnos,
porque tenemos nombre
y no dejaremos que lo olviden.
—Jimena González
Destierro
Poema de Rosario Castellanos
Hablábamos la lengua
de los dioses, pero era también nuestro silencio
igual al de las piedras.
Éramos el abrazo de amor en que se unían
el cielo con la tierra.
No, no estábamos solos.
Sabíamos el linaje de cada uno
y los nombres de todos.
Ay, y nos encontrábamos como las muchas ramas
de la ceiba se encuentran en el tronco.
No era como ahora
que parecemos aventadas nubes
o dispersadas hojas.
Estábamos entonces cerca, apretados, juntos.
No era como ahora.
Hablábamos la lengua
de los dioses, pero era también nuestro silencio
igual al de las piedras.
Éramos el abrazo de amor en que se unían
el cielo con la tierra.
No, no estábamos solos.
Sabíamos el linaje de cada uno
y los nombres de todos.
Ay, y nos encontrábamos como las muchas ramas
de la ceiba se encuentran en el tronco.
No era como ahora
que parecemos aventadas nubes
o dispersadas hojas.
Estábamos entonces cerca, apretados, juntos.
No era como ahora.
Poema de Rosario Castellanos
No, no es la solución
tirarse bajo un tren como la Ana de Tolstoy
ni apurar el arsénico de Madame Bovary
ni aguardar en los páramos de Ávila la visita
del ángel con venablo
antes de liarse el manto a la cabeza
y comenzar a actuar.
Ni concluir las leyes geométricas, contando
las vigas de la celda de castigo
como lo hizo Sor Juana. No es la solución
escribir, mientras llegan las visitas,
en la sala de estar de la familia Austen
ni encerrarse en el ático
de alguna residencia de la Nueva Inglaterra
y soñar, con la Biblia de los Dickinson,
debajo de una almohada de soltera.
Debe haber otro modo que no se llame Safo
ni Mesalina ni María Egipciaca
ni Magdalena ni Clemencia Isaura.
Otro modo de ser humano y libre.
Otro modo de ser.
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