Primera parte de la conferencia “¿Por qué todos deberíamos ser feministas?” De la escritora Chimamanda Adichie
NOTA: pueden llevarlo impreso o grabado en su celular, pero LLÉVENLO A CLASE. Aquí la liga al video, por si quieren conocer a la autora.
Me gustaría empezar hablándoles de uno de mis grandes amigos, Okoloma Maduewesi. Okoloma, vivía en mi calle y cuidaba de mí como un hermano mayor. Si me gustaba un chico, me gustaba pedir la opinión a Okoloma. Okoloma murió en el conocido accidente aéreo de Sosoliso en Nigeria en diciembre de 2005. Hace casi exactamente siete años. Okoloma era una persona con la que podía discutir, reír y verdaderamente hablar. También fue la primera persona que me llamó feminista.
Yo tenía unos 14 años, estábamos en su casa discutiendo. Ambos inspirados por los libros que habíamos leído. No recuerdo sobre qué era la discusión en particular, pero recuerdo que discutía y discutía, Okoloma me miró y dijo: "Tú eres una feminista". No era un cumplido.
Me di cuenta por su tono, el mismo tono que usaba para decir: "Eres un defensor del terrorismo".
No sabía exactamente, qué significaba "feminista", y no quería que Okoloma supiera que yo no lo sabía. Así que le eché a un lado, y continué discutiendo. Y lo primero que quería hacer al llegar a casa era a buscar la palabra "feminista" en el diccionario.
Ahora dando un salto rápido, algunos años más tarde, escribí una novela sobre un hombre que entre otras cosas golpea a su esposa y cuya historia no termina muy bien. Mientras yo promocionaba la novela en Nigeria, un periodista agradable, un hombre bien intencionado, me dijo que quería darme un consejo. Y para los nigerianos presentes, estoy segura de que todos estamos familiarizados con lo rápida que es nuestra gente dando consejos no solicitados. Me dijo que la gente decía que mi novela era feminista y su consejo para mí, y sacudía la cabeza con tristeza mientras hablaba, era que nunca debería decir que soy feminista porque las feministas son mujeres descontentas porque no pueden encontrar marido.
Así que decidí autodenominarme "feminista feliz". Entonces, una mujer nigeriana académica me dijo que el feminismo no pertenecía a nuestra cultura y que el feminismo no era africano, y que me autodenominaba feminista porque estar corrompida por "libros occidentales". Lo que me divirtió, porque muchas de mis primeras lecturas fueron decididamente no feministas. Creo haber leído cada novela publicada de Mills y Boon antes de tener 17 años. Y cada vez que intentaba leer esos libros llamados "los clásicos feministas" me aburría y tenía que esforzarme para terminar de leerlos. Pero como de todos modos el feminismo no era africano, decidí que ahora me denominaría "feminista africana feliz". En un momento era una feminista africana feliz que no odiaba hombres y a quien le gustaba el carmín en los labios y los zapatos altos por gusto propio y no para los hombres.
Por supuesto, mucho de esto era en broma pero esa palabra feminista está muy connotada, tiene una connotación negativa. Odias a los hombres, odias los sostenes, odias la cultura africana, ese tipo de cosas.
Ahora una historia de mi infancia. Cuando estaba en la primaria, mi maestra dijo al principio de curso que haría una prueba a la clase y que quien tuviera la puntuación más alta sería el delegado de la clase. Ser delegado de clase era muy importante. Si uno era delegado de clase, tenía que apuntar los nombres de los revoltosos, lo que daba bastante poder. Pero mi maestra también le daría un bastón para sostener en su mano mientras patrulla por la clase en busca de objetos ruidosos. Por supuesto, no estaba realmente permitido el uso del bastón. Pero fue una actividad muy interesante para mis nueve años. Tenía muchas ganas de ser la delegada de la clase. Y tuve la puntuación más alta en la prueba. Para mi sorpresa, la profesora dijo que el monitor tenía que ser un niño. Se había olvidado de aclararlo antes porque supuso que era... obvio.
Un niño tuvo la segunda puntación más alta en la prueba, y él sería el monitor. Lo que es aún más interesante es que el niño era un alma dulce y suave sin ningún interés en el patrullaje de la clase con el bastón, mientras yo estaba llena de ganas de hacerlo. Pero yo era mujer y él era hombre y así se convirtió en el delegado de la clase. Y nunca he olvidado ese incidente.
A menudo cometo el error de pensar que algo que es obvio para mí es obvio para todos los demás. Ahora, tomemos a mi querido amigo Louis como ejemplo. Louis es un hombre brillante, progresista, y en nuestras conversaciones él me decía: "No sé qué quieres decir con que para las mujeres las cosas son diferentes o más difíciles Tal vez en el pasado, pero no ahora". Y yo no entendía cómo Louis no podía ver lo que parece tan evidente. Entonces, una tarde, en Lagos, Louis y yo salimos con amigos. Y para la gente de aquí que no están familiarizados con Lagos, hay en Lagos ese hábito maravilloso de hombres enérgicos que están fuera de los establecimientos y de manera muy dramática "ayudan" a aparcar tu auto. Estaba impresionada con el teatro particular del hombre que nos encontró una plaza de aparcamiento por la noche. Y así, cuando nos íbamos, decidí dejarle una propina. Abrí mi bolsa, metí la mano en mi bolsa, saqué el dinero que había ganado con mi trabajo y se lo di al hombre. Y él, este hombre que estaba muy agradecido y muy feliz, tomó mi dinero, miró a Louis y dijo: "¡Gracias, señor!"
Louis me miró sorprendido, y le preguntó: "¿Por qué me lo agradeces a mí? Yo no te di el dinero". Entonces vi en la cara de Louis que empezaba a ser consciente. El hombre se creía que todo el dinero que yo tenía en última instancia, provenía de Louis. Porque Louis es hombre.
Los hombres y las mujeres somos diferentes. Tenemos diferentes hormonas, tenemos diferentes órganos sexuales, tenemos diferentes capacidades biológicas. Las mujeres pueden tener bebés, los hombres no pueden. Al menos no todavía.
Los hombres tienen testosterona y, en general, son físicamente más fuertes que las mujeres. Hay levemente más mujeres que hombres en el mundo, alrededor del 52 % de la población mundial es de sexo femenino. Pero la mayoría de las posiciones de poder y prestigio están ocupadas por hombres. La fallecida premio Nobel de la Paz de Kenia, Wangari Maathai, lo dijo en pocas palabras: "Cuanto más se asciende, menos mujeres hay". En las últimas elecciones estadounidenses escuchamos sobre la ley Lilly Ledbetter, y si vamos más allá del nombre bien aliterativo de dicha ley, en realidad se trataba de un hombre y una mujer haciendo el mismo trabajo, siendo igualmente calificados, y el hombre recibía más dinero por ser un hombre.
Así, en el sentido literal, los hombres gobiernan el mundo, y esto tenía sentido hace más de mil años porque los humanos vivían en un mundo donde la fuerza física era el atributo más importante para la supervivencia. La persona físicamente más fuerte era la más probable de liderar y los hombres, en general, son físicamente más fuertes. Por supuesto que hay muchas excepciones.
Pero hoy vivimos en un mundo muy diferente. La persona más probable de liderar no es la persona físicamente más fuerte; es la persona más creativa, la persona más inteligente, la persona más innovadora, y no hay hormonas para esos atributos. Un hombre tiene tanta probabilidad como una mujer de ser inteligente, creativo e innovador. Hemos evolucionado, pero me parece que nuestras ideas de género no han evolucionado.
Hace unas semanas entré en el vestíbulo de uno de los mejores hoteles de Nigeria. Pensé en nombrar el hotel, pero pensé que quizá no debería. Y un guardia en la entrada me detuvo y me hizo preguntas molestas, debido a su suposición automática de que una mujer nigeriana en un hotel solo puede ser una trabajadora sexual. Y por cierto, ¿por qué estos hoteles se centran en el suministro ostensible en lugar de la demanda de los profesionales del sexo? En Lagos no puedo ir sola a muchos bares y clubes de "buena reputación". Simplemente no te dejan entrar si eres mujer y estás sola, tienes que ir acompañada de un hombre. Cada vez que entro en un restaurante de Nigeria con un hombre, el camarero saluda al hombre y me ignora. Los camareros son producto...
-- por esto algunas mujeres sienten: "¡Sí, estoy aquí!" -- Los camareros son producto de una sociedad que les ha enseñado que los hombres son más importantes que las mujeres. Y sé que los camareros no tienen malas intenciones. Pero una cosa es saberlo intelectualmente y otra muy distinta es sentirlo. Cada vez que me ignoran, me siento invisible. Me siento molesta, quiero decirles que yo soy tan humana como el hombre, que yo soy digna de reconocimiento. Estas son pequeñas cosas, pero a veces son las pequeñas cosas las que duelen aún más.
Y no hace mucho tiempo escribí un artículo sobre lo que significa ser joven y mujer en Lagos, y las editoriales me dijeron: "Estabas muy enojada". ¡Por supuesto que estaba enojada!
Estoy enojada. El género como funciona hoy es una grave injusticia. Todos debemos estar enojados. La ira tiene un largo historial de lograr un cambio positivo; pero, además de estar enojada, también tengo esperanza. Porque creo profundamente en la capacidad de los humanos para hacer y rehacerse a sí mismos para mejor.
El género importa en todo el mundo, pero me quiero centrar en Nigeria y en África en general, porque es de lo que sé, y porque es donde está mi corazón. Y me gustaría hoy pedir que empecemos a soñar y planificar para un mundo diferente, un mundo más justo, un mundo de hombres y mujeres más felices y más fieles consigo mismos. Y así debemos empezar: debemos educar de manera diferente a nuestras hijas. También debemos educar a nuestros hijos de forma diferente. Hacemos un flaco favor a los niños con la educación que les damos, ahogamos la humanidad de los niños. Definimos la masculinidad de una manera muy estrecha, la masculinidad se vuelve esta pequeña jaula y encerramos a los niños en la jaula. Enseñamos a los niños a tener miedo al miedo. Enseñamos a los niños a tener miedo a la debilidad, a la vulnerabilidad. Les enseñamos a enmascarar su verdadero ser, porque tienen que ser, como se dice en Nigeria, "¡hombre duro!" En la secundaria, un chico y una chica, ambos adolescentes, ambos con la misma cantidad de dinero en el bolsillo, saldrán y se espera que el chico siempre pague, para demostrar su masculinidad. Y nos preguntamos por qué los niños son más propensos a robar dinero a sus padres.
¿Qué pasaría si se planteara a los niños y las niñas no vincular la masculinidad con el dinero? ¿Qué pasaría si la actitud no fuera "el niño tiene que pagar" sino más bien "el que tenga más debe pagar?" Por supuesto, debido a que la ventaja histórica, en su mayoría son los hombres que tienen más hoy, pero si se educa a los niños de manera diferente, en 50 años, en 100 años, los chicos ya no tendrán la presión de tener que probar esta masculinidad. Pero, con mucho, lo peor que hacemos a los varones, haciéndoles sentir que tienen que ser duros, es que los dejamos con egos muy frágiles. Cuanto más "hombre duro" se siente obligado a ser un hombre, más débil es su ego. Y luego hacemos un flaco favor a las niñas porque las educamos a atender los frágiles egos de los hombres. Enseñamos a las niñas a encogerse, a empequeñecerse, decimos a las niñas: "Puedes tener ambición, pero no demasiada".
"Puedes intentar tener éxito, pero no demasiado, de lo contrario serías una amenaza para el hombre". Si una es el sostén de su relación con un hombre, tiene que fingir que no lo es, sobre todo en público, de lo contrario se le va a castrar.
Pero ¿y si ponemos en duda la premisa en sí misma? ¿Por qué debe el éxito de una mujer ser una amenaza para un hombre? ¿Qué pasa si decidimos simplemente tener voz? Y no creo que haya una palabra en inglés que me guste menos que "castración". Un conocido nigeriano me preguntó una vez si me preocupaba que los hombres se sintieran intimidados por mí. No estaba preocupada en absoluto. De hecho, no se me había ocurrido estar preocupada porque un hombre se sintiera intimidado por mí; es exactamente el tipo de hombre por el que no tendría ningún interés.
(Risas) (Aplausos) Aún así, yo estaba realmente sorprendida por esto. Porque soy mujer, esperan que aspire al matrimonio. Esperan que tome mis decisiones de vida siempre teniendo en cuenta que el matrimonio es lo más importante. Un matrimonio puede ser algo bueno; puede ser una fuente de alegría, amor y apoyo mutuo. Pero ¿por qué enseñamos a las niñas a aspirar al matrimonio y no enseñamos a los niños lo mismo?
Conozco a una mujer que decidió vender su casa porque no quería intimidar a un hombre que quisiera casarse con ella. Conozco una mujer soltera en Nigeria que cuando va a conferencias lleva un anillo de bodas, porque, según ella, quiere que los otros participantes en la conferencia la respeten. Conozco a mujeres jóvenes que están bajo tanta presión de la familia, de los amigos, incluso de trabajo para casarse, que son obligadas a tomar terribles decisiones. Una mujer de cierta edad que no esté casada en nuestra sociedad se enseña a verlo como un fracaso personal profundo. Y un hombre a una cierta edad que no está casado, se ve que no ha llegado su momento para tomar su decisión.
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