Este ejemplo es sobre el destino. Obviamente ustedes deberán hacerlo de otro el tema: la patria. Observen lo que resalté con subrayado: quise ponerlo de esa forma para que fuera más obvio a qué me refiero con forma; también observen los tipos de conectores (en negritas) que usé para crear contraste.
¿Alguna vez te has preguntado si somos dueños de nuestras acciones, o si el camino que tomamos está decidido desde siempre? ¿Existe el destino como tal, y es algo que no podemos cambiar? ¿O existe pero podemos modificarlo a medida que lo vivimos? En sí, ¿qué es el destino? Estas preguntas han ocupado y preocupado al ser humano a lo largo de mucho tiempo. Para responderlas y fijar mi propia postura, he decidido hacer esta reflexión. Tomaré como referencia e inspiración lo que dicen Schopenhauer, Lafontaine, Cocteau y Kavafis. Elegí a esos autores porque muestran visiones muy distintas del tema, las cuales pertenecen a diferentes épocas y géneros distintos.
La forma en que han representado estos autores al destino es muy distinta. En Schopenhauer el destino es como un juego de cartas; en contraste, en la Fontaine es un camino, un camino ya trazado; y si el destino es un camino, la vida sería como viaje en ese juego de metáforas de la Fontaine. En cambio, el destino en Cocteau es como la muerte: no puedes huir de ella aunque quieras, y te va a encontrar aunque hagas lo posible por evitarlo. Las formas en que estos autores nos hablan del asunto varían incluso en los tipos de texto que usan para expresarse sobre el tema. Schopenhauer y La Fonteine prefieren hablar del destino en prosa; en cambio Kavafis escogióel verso libre y un estilo muy adornado, lleno de metáforas. Cocteau habló del destino pero a la manera de un breve cuento, sencillo.
Pero las visiones o posturas que hay del asunto son incluso más contrastantes. Para algunos autores, el destino simplemente es inexistente, y piensan que cada quien con sus decisiones traza su propia trayectoria de vida. Eso es lo que piensan Schopenhauer y Kavafis. En cambio, para otros autores y personas, el destino es algo de lo que no puedes escapar, no importa las decisiones que tomes en la vida. Así lo ven la Fontaine y Cocteau. También contrasta la actitud que tienen hacia el destino: por un lado, para Schopenhauer no hay nada de malo en que las cartas ya estén barajadas por las circunstancias, porque al final siempre tendremos la oportunidad de demostrar nuestra fortaleza de carácter; por otro lado, el destino tiene un lado negativo, ya que si no nos gusta lo que él nos ofrece no hay oportunidad de modificarlo, o al menos eso piensa Lafontaine.
Pero la postura que defenderé en esta reflexión es que somos libres, no estamos atados a lo que algunos llaman destino y otros circunstancias. Creo que hay circunstancias en nuestra vida que no elegimos, pero está en nuestras manos modificar o tomar una postura frente a ellas, la cual puede ser de resignación o rebeldía.
Otras personas dirán que los seres humanos somos como hojas que el viento lleva: ese viento es, por ejemplo, la clase social con la que nacimos, o las enfermedades hereditarias que nos marcan, o las decisiones que tomamos sin reflexión y de manera automática. Es muy cómodo vivir la vida de esta manera. ¿Quién no querría sentirse librado de responsabilidades atribuyendo los errores que cometemos a las circunstancias o a la casualidad? Pero ¿esto es de verdad cómodo? ¿En qué nos beneficia pensar de esta manera? Me parece de una gran irresponsabilidad ética vivir así, sin asumir las consecuencias de tus actos. Y si uno no toma decisiones sobre su vida, vendrán otros a decidir por ti. Muchas veces esos otros no tienen las mejores intenciones.
De esta manera, creo que es mejor pensar como Schopenhauer. Según este filósofo alemán, la vida nos da unas circunstancias que
Pero la postura que defenderé en esta reflexión es que somos libres, no estamos atados a lo que algunos llaman destino y otros circunstancias. Creo que hay circunstancias en nuestra vida que no elegimos, pero está en nuestras manos modificar o tomar una postura frente a ellas, la cual puede ser de resignación o rebeldía.
Otras personas dirán que los seres humanos somos como hojas que el viento lleva: ese viento es, por ejemplo, la clase social con la que nacimos, o las enfermedades hereditarias que nos marcan, o las decisiones que tomamos sin reflexión y de manera automática. Es muy cómodo vivir la vida de esta manera. ¿Quién no querría sentirse librado de responsabilidades atribuyendo los errores que cometemos a las circunstancias o a la casualidad? Pero ¿esto es de verdad cómodo? ¿En qué nos beneficia pensar de esta manera? Me parece de una gran irresponsabilidad ética vivir así, sin asumir las consecuencias de tus actos. Y si uno no toma decisiones sobre su vida, vendrán otros a decidir por ti. Muchas veces esos otros no tienen las mejores intenciones.
De esta manera, creo que es mejor pensar como Schopenhauer. Según este filósofo alemán, la vida nos da unas circunstancias que